domingo, 28 de diciembre de 2008

Esperando...

No sabía muy bien que deseo pedir, ni que próposito marcarse para el dos mil nueve. Se puso un vestido negro, y unas medias negras. El cinturón rojo, en medio de la cintura, a juego con los zapatos y el bolso, le hacía una figura esbelta y perfecta. Antes de salir a buscar el coche, para ir a la cena de nochevieja, apuntó sus deseos en un papel, y lo metió en su zapato derecho, rojo y de tacones altos. Allí, esperarían sus deseos a ser concedidos.

Llegó el dos mil nueve, y empezó la fiesta. Aquel trozo de folio din-a4, bailó toda la noche en aquel zapato de tacón rojo. El cava, la alegría, la música, las galas, los amigos, la fiesta, la esperanza, el baile, las serpetinas, el turrón, las neulas, la familia. El cd dejó de sonar. Era hora de irse. El alcohol había bajado lo suficiente, y estaba apta para coger de nuevo su seat negro.

Llegó a casa, se sentó en la cama, se quitó el zapato izquierdo. Al quitarse el zapato rojo de tacones del pie derecho, vio como unos trozos de papel deshecho se precipitaban al suelo. No se leía nada en ellos. El sudor del pie, enfundando en la media, y las largas horas de baile, habían borrado la tinta.

Aquellos deseos que esperaban, al azar y a ser concedidos, nunca lo serían. De nuevo, había perdido tres o cuatro deseos por el camino.

1 comentario:

Cris dijo...

Cuánta verdad, cuántos deseos dejamos por el camino...
Me ha gustado mucho la historia, Alex!
un beso